miércoles, 25 de mayo de 2011

Mucho ojo a la etiqueta

  • Cada vez nos interesamos más por saber lo que comemos.
  • Sin embargo, el exceso de información en los productos, la terminología técnica, la falta de rigor o la picaresca pueden inducir a la confusión.



   Comprar en el súper es un gesto automático en muchos casos, pero cada día son más los que se detienen a leer las etiquetas, y descubren, asombrados, que sus pretendidos espárragos navarros son en realidad de China o de Perú. "Creemos que el consumidor está cada vez más preocupado por lo que come", asegura Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), "otra cosa es que entienda la etiqueta o que esta sea rigurosa. Hay sobreinformación y eso enmascara muchas deficiencias".
    
    El etiquetado no es un tema de reclamación o consulta habitual, admite la OCU, pero uno de los más frecuentes es el de la procedencia o naturaleza de los productos. Mejillones o espárragos suelen esconder en letra pequeña su verdadero origen, propiciando el engaño con el nombre de la marca (El hórreo, por ejemplo) o el lugar donde han sido envasados.
Otras quejas hacen referencia a la confusión entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente. En el primer caso, si el alimento se consume con posterioridad puede suponer un riesgo para la salud. En productos no perecederos (aceite, arroz...), se usa la fecha de consumo preferente: no hay riesgo para la salud si se consumen tras la fecha, pero se pierde su calidad óptima (pueden ponerse rancios o perder color).

El matiz 'light'

Tampoco es lo mismo un producto light que uno bajo en calorías. Según la Comisión Europea, un producto light ha reducido grasas o azúcares -o ambos- un mínimo del 30% (ojo: recuerde que a veces solo reducen grasas y mantienen los azúcares, o viceversa). Para que sea bajo en calorías debe tener un aporte calórico inferior a 40 kcal por 100 g si es sólido, o 20 kcal por 100 ml si es líquido.
El helado light no puede ser bajo en calorías si su aporte calórico es superior al indicado. Se ha comprobado que, además de ser más caros, algunos productos lights y bajos en calorías tienenmás grasas, azúcares y calorías que otros que no lo son. Así, las tradicionales galletas María son mucho menos calóricas que algunas dietéticas.
En cuanto a zumos, todos los envases se parecen, pero las diferencias son notables: su porcentaje de fruta puede variar desde el 10% de los refrescos hasta el 55% de los néctares o el 100% de los zumos. Hay zumos a base de concentrado (más industriales) y exprimidos (más naturales). Y en los exprimidos, hay quien tritura toda la naranja, incluyendo la piel, y quien añade la pulpa pasteurizada.

Soja, bífidus y otras modas

Hace unos años, la denominación 'Bio' desapareció de muchos productos por una legislación europea que ponía fin al abuso del término, limitando su uso a los que provienen de la agricultura ecológica.
Ahora la soja enriquece multitud de alimentos. "Tiene unas cualidades nutricionales muy buenas, pero aparece en tan pequeña proporción en los productos que habría que tomar grandes cantidades para que se notaran sus efectos. Sería mejor tomar la propia soja, al bolsillo le conviene", explica Enrique García, portavoz de la OCU.
Lo mismo puede decirse del calcio y las vitaminas añadidas, de mínima asimilación. Por otro lado, distintas asociaciones médicas sostienen que el abuso de productos prebióticos, con fibra y fermentados con bífidus y otras bacterias altera el normal funcionamiento del aparato digestivo y recomiendan su consumo en situaciones puntuales. Silvana Iezzi, nutricionista de Vitalista opina que solo serían perjudiciales si se consumieran de forma excesiva: "No se puede basar la alimentación en ellos". Y hace una advertencia: las beneficiosas bacterias de los productos fermentados mueren si están fuera de la nevera una hora o dos.

Atención a los aditivos

Para la OCU, cuantos menos aditivos tenga un alimento, mejor: recomiendan evitar colorantes, estabilizantes, potenciadores del sabor (glutamato monosódico) y edulcorantes como el aspartamo (E 951). Los expertos mantienen posturas enfrentadas sobre sus posibles efectos negativos. "A día de hoy no está probado científicamente que su consumo favorezca la aparición de enfermedades -dice Silvana-, pero aún están por conocerse sus efectos a largo plazo".

Lo que no hay que perder de vista

Hay que comprobar los ingredientes para saber si el alimento lleva alérgenos o si incluye todo lo que anuncia (una paella con marisco que nadie encuentra, platos sin sal que sí la llevan...). Se recomienda evitar el aceite de palma, de coco o de otro vegetal sin especificar, así como la grasa vegetal parcialmente hidrogenada. La información nutricional es de gran ayuda para elegir entre un producto y otro: hay que asegurarse de que las raciones estén unificadas (100 g o ml). Se recomiendan los productos con menos sodio y grasas saturadas.

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